VIRTUDES TEOLOGALES
Un día un niño pequeño trabajaba con su padre en la reparación de las paredes de un pozo de agua. El papá estaba en el fondo y el niño desde arriba no podía ver nada allá abajo. Desde abajo escuchó que el papá le decía: «Salta hijo, salta; yo te recibo en mis brazos». «Pero no puedo verte papá», contestó el niño. «No importa hijo, yo sí puedo verte, ¡salta!». Armándose de valor, el niño saltó. Y de pronto se encontró sano y salvo en los brazos de su padre.
Esto es una imagen de las tres virtudes por las cuales los hijos de Dios nos dirigimos a nuestro Padre. El niño creyó que quien hablaba era su padre, confió en la promesa de su padre y manifestó su amor por medio de su obediencia.
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