VANIDAD DE LA VIDA
Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa durante cuarenta años, después de haber vencido repetidas veces a los cartaginenses y haber extendido su reino hasta Reggio y Crotona, temía tanto perder las riquezas y la vida que llevaba continuamente debajo de sus vestidos una coraza de hierro, se hacia afeitar por sus hijos, por temor al barbero, y cada noche dormía en distinta habitación.
Habiendo llegado a saber que un tal Dámocles, cortesano suyo, envidiaba sus riquezas y su trono, para demostrarle Dionisio la incertidumbre y el peligro de las grandezas humanas, le invitó un día a su mesa y, en medio de la más espléndida abundancia, le hizo ver una espada afiladísima que pendía sobre su cabeza y que se hallaba sujeta al techo solamente por un hilo delgadísimo. De este modo el cortesano comprendió perfectamente lo que era la felicidad de un rey y al peligro constante en que estaba de perderla para siempre junto con la misma vida.