SUFRIMIENTO CON CRISTO
De entre los mártires de los tiempos lejanos destaca santa Felicidad. Fue encarcelada por ser de Cristo; y si no la llevaron inmediatamente al suplicio fue porque en aquellos días le llegaba la bendición del cielo en forma de un niño. Estando en la cárcel, llegó su hora. Y cuando en medio de los padecimientos y los dolores se puso a gemir, el carcelero le preguntó con sorna:
– ¿Y gimes ahora? ¿Qué harás, pues, cuando seas arrojada a las fieras?
Y aquella mujer heroica, confortada con el cuerpo de Cristo, contestó:
– Ahora lo que sufro lo sufro sola, pero entonces habrá en mí alguien que sufrirá por mí, porque yo también sufro por él.
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