POBREZA
Cuéntase en la vida de san Francisco de Asís que, estando una vez el santo tiritando de frío y careciendo de ropa con que abrigarse por haberse hecho pobre, le dijo por burla un conocido suyo:
– Francisco, véndeme una gota de sudor.
El santo le contestó con mansedumbre:
– No puedo, porque las he dado todas a Jesucristo.
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