PERFECCION DE ESPIRITU
Un buen día el rabí Nahum entró de repente en la escuela de Talmud y encontró unos estudiantes que jugaban a las Damas. Asustados, hicieron aspavientos y, nerviosos, dejaron el juego. «¿Conocéis las leyes del juego?» -les inquirió el rabí. Ellos no dieron respuesta. «En primer lugar, no se puede dar dos pasos en la misma jugada. Segundo, sólo se puede avanzar y nunca retroceder. Tercero, cuando se ha llegado se puede ir donde se quiera». Estas son las enseñanzas que podemos sacar de esta «parábola»: la sabiduría nos obliga a dar un paso tras otro en la santidad sin adelantarnos ni retrasarnos; segunda, siempre adelante, nunca desertar o retroceder y tercero, la libertad de espíritu sólo es posible cuando se ha alcanzado una plena madurez interior. Y estos son dones del Espíritu Santo.