PERDON
Cuando presentaron a Luis XII la lista de los oficiales del rey su predecesor, señaló con una cruz roja los nombres de sus enemigos más encarnizados, sin decir una sola palabra acerca de sus intenciones. Advertidos los señalados de este modo y temiendo que el castigo no se limitara a la pérdida de sus empleos, se ocultaron y buscaron influencia para obtener el perdón. Al colocar encima de sus nombres el sello de la redención, dijo Luis XIl a los que hablaban en su favor: «He creído haber expresado con bastante claridad que todo estaba perdonados. Jesucristo murió por ellos lo mismo que por mí».
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