OSCIOCIDAD
Un sabio americano, Franklin, ha dicho: «EI que no hace nada está cerca de hacer algo malo».
Un águila dormía al sol —cuenta monseñor Sylvaice—. De repente, despertándose, se lanza al espacio. Pero en seguida vacila, se balancea como al choque de una fuerza invisible y desciende lentamente, describiendo círculos cada vez más reducidos; cae en el suelo y en él permanece inmóvil después de algunas horribles convulsiones.
Asombrado el viajero que la ha seguido con la mirada, se acerca a ella e intenta levantar aquella masa todavía palpitante. Un pequeño áspid se separa entonces del cuerpo inanimado y huye por entre las matas del suelo.
Atraído por el calor del águila, habíase deslizado el áspid bajo una de las alas mientras ella dormía, y, cuando el águila la arrastró consigo al espacio, la mordió con su diente emponzoñado.