ORGULLO
Mafalda, el simpático personaje de los cómics, se encontró su hermanito Guille llorando desconsoladamente. ‑¿Qué te pasa, Guille? ‑Me duelen los pies‑responde entre pucheros. Mafalda se fija en los pies del crío y le explica: ‑Claro, Guille, te has puesto los zapatos cambiados de pie, al revés. Guille, tras un instante para comprobar el hecho indiscutible, explota a berrear más alto. Mafalda le interrumpe: ‑¿Y ahora? ‑¡Ahora me duele el orgullo! Es evidente la relación entre muchos enfados y nuestro personal orgullo. El autor del cómics lo refleja con gracia. Cfr. J: Peñacoba, ¿Soberbia yo?
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