MUNDO DEJARLO
Vivía en Francia un hombre de noble alcurnia, rico he instruido. Durante largo tiempo había sido diputado en el Parlamento y prefecto de una de las provincias; pobres y ricos le respetaban. Un día corrió una noticia inesperada; este señor, hastiado de la gloria del mundo y de las pompas humanas, había entrado en una de las órdenes más severas, la Trapa de Aiguebelle, cerca de Marsella. El caso levantó gran polvareda y causó asombro. Sus deudos habrían querido impedir este paso; sus amigos hasta fueron a buscarle al claustro para restituirle al mundo:
– No puedo volver. ¿No habéis visto en la puerta los tres gendarmes que no me dejan salir de aquí?
– ¿Tres gendarmes? ¿No vimos a nadie?
– Pues fijaos en la inscripción que hay encima de la puesta: «Muerte», «Juicio», «Eternidad».