Lecturas del Viernes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario
Lecturas del Viernes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro fieras gigantescas salieron del mar, las cuatro distintas. La primera era como un león con alas de águila; mientras yo miraba, le arrancaron las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron mente humana. La segunda era como un oso medio erguido, con tres costillas en la boca, entre los dientes.
Le dijeron: «¡Arriba! Come carne en abundancia.»
Después vi otra fiera como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo y cuatro cabezas. Y le dieron el poder. Después tuve otra visión nocturna: una cuarta fiera, terrible, espantosa, fortísima; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba, y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era diversa de las fieras anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos y vi que entre ellos salía otro cuerno pequeño; para hacerle sitio, arrancaron tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos y una boca que profería insolencias. Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Yo seguía mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la fiera, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras fieras les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos
Montes y cumbres,
bendecid al Señor. R/.
Cuanto germina en la tierra,
bendiga al Señor. R/.
Manantiales,
bendecid al Señor. R/.
Mares y ríos,
bendecid al Señor. R/.
Cetáceos y peces,
bendecid al Señor. R/.
Aves del cielo,
bendecid al Señor. R/.
Fieras y ganados,
bendecid al Señor. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Quiero, Señor, prepararte un buen lugar en mi corazón durante este adviento. Quiero compartir contigo este rato de intimidad. Tú conoces mejor que nadie lo que soy, lo que necesito, lo que quiero, y por ello pongo todo en tus manos. Te amo y quiero amarte más. Aumenta mi fe, mi esperanza, mi amor. Permíteme entrar en tu presencia y conocerte un poco más. Tú sabes todo, Señor, sabes que te quiero.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 21,29-33
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos esta comparación: “Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando ven que empiezan a dar fruto, saben que ya está cerca el verano. Así también, cuando vean que suceden las cosas que les he dicho, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les aseguro que antes de que esta generación muera, todo esto se cumplirá. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¡Qué importante es, Señor, descubrir tu acción en mi vida! En este pasaje invitas a los discípulos a fijarse en los signos de los tiempos que profetizas porque ellos son la señal de que está cerca tu Reino. Pero esto no es algo del pasado, en que profetizabas la destrucción de Jerusalén. Tampoco es algo sólo del final del mundo. Es una invitación actual, del aquí y del ahora.
Me invitas a descubrir, en todos los sucesos del día a día de mi vida, tu mano providente que me va dejando mensajes. Mensajes de amor, de cariño, de afecto, de ternura, de misericordia, de paciencia, de perdón, de exigencia.
Como cristiano, creo que nada en mi vida pasa por casualidad, por la fuerza de las estrellas, por el horóscopo. Los signos de mi vida no se buscan fuera de ella, sino dentro. No en el movimiento de los astros, en una baraja de cartas y todas esas cosas. Tus mensajes los descubro en la mirada de mis padres, en la sonrisa de los niños, en la conversación con un amigo, en el descanso de la noche, en la belleza del amanecer de un nuevo día que me das, en las muestras de cariño de mi cónyuge, en las responsabilidades que cumplo con dedicación.
Los cielos y la tierra pasarán pero tus palabras no, porque ellas siguen teniendo eco en todos los sucesos de mi existencia. ¡Cuán ciego soy que no sé descifrar tus mensajes en los signos de mi vida!
La vida, la salud, el trabajo, la familia, los amigos, las reuniones, los descansos, los encuentros casuales…en todo ello me dejas un mensaje que quieres que yo reciba y asimile. Dame, Señor, un espíritu sobrenatural que me permita contemplarte presente y actuando en mi vida. Que en este adviento de preparación a tu venida, mi actuar cotidiano sea la mejor preparación para la navidad.
«Muchos esperan todavía conocer a Jesús, único Redentor del hombre, y no pocas situaciones de injusticia y malestar moral y material interpelan a los creyentes. Una misión tan urgente requiere una conversión personal y comunitaria. Sólo los corazones plenamente abiertos a la acción de la gracia son capaces de interpretar los signos de los tiempos y de recibir el llamamiento de la humanidad necesitada de esperanza y paz».
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de febrero de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En la noche agradeceré a Dios todo lo bueno, y lo no tan bueno, que me ha pasado en este día.