Lecturas del Todos los Santos
Primera lectura
Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.»
Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.»
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás.»
Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»
Palabra de Dios
Salmo
R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
Quién puede subir al monte del Señor?
Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a conocer tu Palabra y saber qué es lo que Tú me pides.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5,1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿Cuántas veces nos hemos preguntado qué debemos hacer para ser felices y dichosos? Todos estamos buscando el éxito, el reconocimiento, la gloria, y la felicidad, pero muchas veces buscamos esto erróneamente, en los lugares donde no está plenamente.
Los medios en dónde buscamos esta felicidad y el éxito son en medios humanos, que nos trae un éxito y una dicha parcial, sólo frente a los ojos humanos. Pero Jesús, en este pasaje, nos recuerda qué es lo que debemos hacer para conseguir esa felicidad y dicha, no sólo temporal, sino la felicidad y dicha eterna.
¿De qué nos sirve ser dichosos o exitosos en este mundo si al final todo se acabará? Por medio de las bienaventuranzas, Jesús nos recuerda que hay que buscar la dicha y el éxito que duran para siempre.
Para lograr esta dicha y éxito nos da los medios: preferir la pobreza por encima de los apegos, llorar humildemente por nuestras miserias, buscar la justicia, etc. Medios que humanamente nos llevan al fracaso, pero el fracaso en el mundo, para conseguir el éxito eterno, en la vida eterna.
¿Qué éxito vas a buscar? ¿El qué es para siempre o el que dura solo por algunos años?
¡Busca los bienes de arriba!
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor, ayúdame a reconocer que estos medios que Tú me das en las bienaventuranzas, son los medios más seguros para el éxito eterno. ¿De qué me sirve, Señor, ganar o ser exitoso en este mundo, si soy un fracaso en la Vida Eterna? Te busco a ti, Señor, busco estar contigo en la vida eterna y por ello renuncio al éxito humano, para tener el éxito eterno.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, voy a renunciar a algún deseo que me aleje del éxito espiritual. Le diré a Jesús: “Señor renuncio a esta (nombra la actitud) que está sólo en busca de mi éxito humano, pero que me aleja de la búsqueda de los bienes perecederos.”