Lecturas del San Lucas, evangelista
Primera lectura
Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marchado a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacia; Tito, a Dalmacia; sólo Lucas está conmigo. Coge a Marcos y tráetelo contigo, ayuda bien en la tarea. A Tíquico lo he mandado a Éfeso. El abrigo que me dejé en Troas, en casa de Carpo, tráetelo al venir, y los libros también, sobre todo los de pergamino. Alejandro, el metalúrgico, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le pagará lo que ha hecho. Ten cuidado con él también tú, porque se opuso violentamente a mis palabras. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio salud para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran los gentiles.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, hoy me pongo en tu presencia para escuchar tu Palabra. Señor, te pido que estas palabras de tu Evangelio sean alimento para mi alma que tiene hambre de ti. ¡Dame de beber de tu agua viva para que nunca más mi alma vuelva a tener sed!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: ‘Paz en esta casa’. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: ‘Está cerca de vosotros el Reino de Dios’”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Seguramente alguna vez has escuchado hablar sobre la ”Nueva Evangelización”, sobre cómo llevar el mensaje del Evangelio en el siglo XXI. A veces esta misión que ha sido encomendada a todos los miembros de la Iglesia nos podría parecer inalcanzable, casi hasta imposible… ¿Cómo hacer llegar la Buena Noticia del Evangelio a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo?
Sin duda alguna no estamos solos. El Espíritu Santo nos acompaña en la misión que Cristo nos ha encomendado a todos los cristianos de “Ir y anunciar”. Y también Cristo nos muestra el camino para llevar su mensaje de salvación a todas las almas necesitadas de su misericordia. Jesús nos envía “de dos en dos”, narra el Evangelista Lucas. ¿Qué quiere decir ”de dos en dos” en lo concreto de mi vida? ¿No será que nos dice que cuando nos encontramos con algún amigo o compañero, en una de esas conversaciones sencillas que tenemos todos los días nos atrevamos a anunciar el Evangelio?
Probablemente con una frase como, por ejemplo: «¡Cuánto nos ama Dios!” o «¡Cómo es que Dios es tan bueno con nosotros y nos tiene tanta misericordia!», o alguna otra frase similar con la que podamos infundir la semilla de Dios. Estas expresiones que brotan de nuestro corazón abren los horizontes a lo sobrenatural, abren el corazón de las personas y sin duda el Espíritu Santo hará fecundas aquellas semillas que caigan en tierra buena.
«Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan. Nos cuestiona la pobreza de los que mueren solos, de los desahuciados, de los que pierden sus empleos y salarios, de los que no tienen hogar ni comida. Ahora, que tenemos la obligación de mantener la distancia física y de permanecer en casa, estamos invitados a redescubrir que necesitamos relaciones sociales, y también la relación comunitaria con Dios. Lejos de aumentar la desconfianza y la indiferencia, esta condición debería hacernos más atentos a nuestra forma de relacionarnos con los demás. Y la oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación. La imposibilidad de reunirnos como Iglesia para celebrar la Eucaristía nos ha hecho compartir la condición de muchas comunidades cristianas que no pueden celebrar la Misa cada domingo. En este contexto, la pregunta que Dios hace: «¿A quién voy a enviar?», se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida: «¡Aquí estoy, mándame!”».
(S.S. Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial Misionera 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En 2 conversaciones que tenga en este día, mencionar a Dios. Una pequeña y sencilla frase de agradecimiento a Dios podría ser un buen camino para comenzar a hablar de Dios.