Lecturas del Miércoles de la 2ª semana de Adviento
Primera lectura
«¿CON quién podréis compararme,
quién es semejante a mi?», dice el Santo.
Alzad los ojos a lo alto y mirad:
¿quién creó esto?
Es él, que despliega su ejército al completo
y a cada uno convoca por su nombre.
Ante su grandioso poder, y su robusta fuerza,
ninguno falta a su llamada.
¿Por qué andas diciendo, Jacob,
y por qué murmuras, Israel:
«Al Señor no le importa mi destino,
mi Dios pasa por alto mis derechos»?
¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno
que ha creado los confines de la tierra.
No se cansa, no se fatiga,
es insondable su inteligencia.
Fortalece a quien está cansado,
acrecienta el vigor del exhausto.
Se cansan los muchachos, se fatigan,
los jóvenes tropiezan y vacilan;
pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren y no se fatigan,
caminan y no se cansan.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Bendice, alma mía, al Señor
V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.
V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestro pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Un nuevo día. Un nuevo comienzo… la misma vida… Hoy vuelvo a optar por ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Ir hacia ti, Señor… Ir hacia ti.
No puedo negar que este caminar es cansado. No puedo negar que mientras más avanzo, mientras más subo, la vista es más hermosa pero… aumenta el cansancio.
Avanzo y voy perdiendo la visión, voy perdiendo la motivación y la capacidad de sorprenderme pues me enfoco sólo en el camino, en la subida, en la carga. Me enfoco más en lo que voy dejando, en el tiempo que ha pasado, lo que he perdido… lo que he ganado, y me olvido de Aquél que va conmigo.
No se trata de avanzar, de retroceder; de caminar, de correr… sino de recorrer el camino junto a Alguien; junto a Él.
¿Hay cansancio? Sí. ¿Hay cargas? También. No hay por qué negarlas o evitarlas; hay que saber que éstas no son lo verdaderamente importante, sino que lo importante es caminar sabiendo que Alguien comparte mi cansancio, que Alguien va conmigo de la mano. Esto es lo esencial… esto es el descanso de mi vida.
Ir hacia ti, Señor… Ir hacia ti… es no fijarme en el cansancio… es no fijarme en la carga; es saber que Tú estás conmigo.
«Dios nos salva haciéndose pequeño, cercano y concreto. Ante todo, Dios se hace pequeño. El Señor, “manso y humilde de corazón”, prefiere a los pequeños, a los que se ha revelado el Reino de Dios; estos son grandes ante sus ojos, y a ellos dirige su mirada. Los prefiere porque se oponen a la “soberbia de la vida”, que procede del mundo. Los pequeños hablan su mismo idioma: el amor humilde que hace libres. Por eso llama a personas sencillas y disponibles para ser sus portavoces, y les confía la revelación de su nombre y los secretos de su corazón».
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de julio de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Iré a Cristo al participar humildemente en una hora eucarística, poniendo en sus manos mi fatiga y agobio.