Lecturas del Miércoles de la 26ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
Respondió Job a sus amigos: «Sé muy bien que es así: que el hombre no es justo frente a Dios. Si Dios se digna pleitear con él, él no podrá rebatirle de mil razones una. ¿Quién, fuerte o sabio, le resiste y queda ileso? Él desplaza las montañas sin que se advierta y las vuelca con su cólera; estremece la tierra en sus cimientos, y sus columnas retiemblan; manda al sol que no brille y guarda bajo sello las estrellas; él solo despliega los cielos y camina sobre la espalda del mar; creó la Osa y Orión, las Pléyades y las Cámaras del Sur; hace prodigios insondables, maravillas sin cuento. Si cruza junto a mí, no puedo verlo, pasa rozándome, y no lo siento; si coge una presa, ¿quién se la quitará?; ¿quién le reclamará: “Qué estás haciendo”? Cuánto menos podré yo replicarle o escoger argumentos contra él. Aunque tuviera razón, no recibiría respuesta, tendría que suplicar a mi adversario; aunque lo citara y me respondiera, no creo que me hiciera caso.»
Palabra de Dios
Salmo
R/. Llegue hasta ti mi súplica, Señor
Llegue hasta ti mi súplica, Señor.
Todo el día te estoy invocando,
tendiendo las manos hacia ti.
¿Harás tú maravillas por los muertos?
¿Se alzarán las sombras para darte gracias? R/.
¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla,
o tu justicia en el país del olvido? R/.
Pero yo te pido auxilio,
por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.
¿Por qué, Señor, me rechazas
y me escondes tu rostro? R/.
Evangelio
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.»
Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.»
Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.»
Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
Palabra del Señor
Señor, que aprenda a escuchar tu voz en medio de las dificultades del día a día.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio nos muestra tres situaciones distintas con un punto en común (el seguimiento de Jesús): El primero expresa seguir a Jesús sin condición alguna. El segundo a quien Jesús llama a que le siga y el tercero que expresa querer seguir a Jesús pero bajo algunas condiciones.
El seguir a Jesús se hace más claro en el segundo caso, pues Jesús es quien dice «sígueme»; en las otras dos situaciones, aunque Jesús tuvo la iniciativa de mostrarse, dejó que los otros hablaran y dijesen «te seguiré».
Jesús a ti también te dice sígueme, sin importar tu condición, sin importar que tan cerca de la Iglesia te encuentres. Te puedes preguntar, ¿Cristo puede llamar a alguien que no sea cristiano? Y la respuesta es sí porque su misericordia y su bondad no tienen límites, basta con querer escucharle y meditar sus palabras para hacerlas parte de tu vida y así vivas el Evangelio. Cuando Jesús te dice sígueme, lo hace porque quiere compartir su vida contigo, pues para Él eres muy importante. Probablemente sea muy difícil para ti aceptar entrar en esa relación de amistad porque implica que te dejes guiar y que esa amistad sea siempre una relación reciproca para corresponder a ese Amor.
Cuando frecuentes los sacramentos, hazlo con el corazón en la mano, de manera que Él lo moldee en cada encuentro, especialmente en cada Eucaristía. Evita convertir a los sacramentos en meras obligaciones y que el ser católico practicante se convierta en pertenecer a un club social; no dejes que la rutina invada tu vida sobrenatural, tu relación con Dios.
Que san José y la santísima Virgen María nos guíen en el seguimiento fiel y sincero de su Hijo Jesucristo.
«La disposición a acercarse a Jesús dejando atrás “lo que fuimos, para que seamos lo que no éramos”. Les recomiendo vigilar no sólo individualmente, sino colegialmente, dóciles al Espíritu Santo, sobre este permanente punto de partida. Sin este núcleo languidecen los rasgos del Maestro en el rostro de los discípulos, la misión se atasca y disminuye la conversión pastoral, que no es otra cosa que rescatar aquella urgencia de anunciar el Evangelio de la alegría hoy, mañana y pasado mañana, premura que devoró el Corazón de Jesús dejándolo sin nido ni resguardo, reclinado solamente en el cumplimiento hasta el final de la voluntad del Padre. ¿Qué otro futuro podemos perseguir? ¿A qué otra dignidad podemos aspirar?»
(Homilía de S.S. Francisco, 7 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En algún momento del día rezaré una oración pidiendo por el aumento de las vocaciones misioneras.