Lecturas del Martes de la 3ª semana de Adviento
Primera lectura
ESTO dice el Señor:
«¡Ay de la ciudad rebelde,
impura, tiránica!
No ha escuchado la llamada,
no ha aceptado la lección,
no ha confiado en el Señor,
no ha recurrido a su Dios.
Entonces purificaré
labios de los pueblos
para que invoquen todos ellos
el nombre del Señor
y todos lo sirvan a una.
Desde las orillas de los ríos de Cus
mis adoradores, los deportados,
traerán mi ofrenda.
Aquel día, ya no te avergonzarás
de las acciones con que me ofendiste,
pues te arrancaré tu orgullosa arrogancia,
y dejarás de engreírte en mi santa montaña.
Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del Señor.
El resto de Israel no hará más el mal,
ni mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete».
Palabra de Dios
Salmo
R/. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
V/. Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
V/. Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.
V/. El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
V/. El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre bueno, vengo a tu presencia para escuchar tu voluntad. ¿Qué quieres de mí? ¿Cuál es tu voluntad para mi vida? Dame, Padre mío, fuerzas para cumplir lo que me pides. Es muy fácil decir «sí, quiero lo que Tú quieres» pero la verdad es que cuando viene la prueba o me pides un poco más de sacrificio me olvido rápidamente de mis buenos deseos y comienzo a quejarme. Hoy vengo ante ti para pedirte perdón por lo poco comprometido que soy y para pedirte tu fuerza pues ¿qué es el hombre sin ti? Padre, en ti confío.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 21, 28-32
En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, Señor, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?». Ellos le respondieron: «El segundo». Entonces Jesús les dijo: «Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron. Ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«No quiero» ¡Cuántas veces nos topamos con la pereza o la desgana en nuestra vida! Sin duda que más de una vez hemos dicho a familiares, amigos, compañeros de trabajo estas dos sencillas palabras. Sí, es muy triste y más de alguno podrá pensar muy mal de nosotros cuando actuamos así. No importa. Si nunca tuviésemos momentos de cansancio o enfado dejaríamos de ser personas de carne y hueso. Y no importa, sobre todo, porque nuestro Padre Dios nos ama independientemente de lo que podamos hacer mal.
Siempre hay errores. Al mismo tiempo está siempre la posibilidad de decir una palabra aún más sencilla y es: «perdón», «lo siento». He aquí la belleza. La posibilidad de, como diría Dickens en boca del señor Carton, «volver a la lucha, de comenzar de nuevo, de dejar el vicio y la sensualidad y llevar a un final victorioso el abandonado combate» (Historia de dos ciudades).
Todos podemos caer, y todos dejaremos el fusil en algún momento. Pero nadie está hecho para quedarse tirado en el suelo, nadie está hecho para vivir en el pecado. Todos somos débiles y cada uno sabe bien el pie del cual cojea. De igual modo cada quien tiene sus fortalezas y las conoce muy bien. Si somos débiles es para que alguien nos ayude cuando nos faltan las fuerzas, y si somos fuertes es para ofrecer el brazo a otro.
Pienso un sinfín de veces en la imagen del rompecabezas. Se puede querer un mundo en el que todos piensen igual que uno, que todos vayan en nuestra misma dirección. El rompecabezas, en cambio, tiene muchas fichas y cada una es única. ¿Qué es lo que pasa cuando se pierde una y es la qué falta para terminar? Todos comienzan a inquietarse y a buscar por todas partes. Así es la vida, el Padre ama a todos por lo que son, con sus más y con sus menos. Ha pensado desde toda la eternidad en cada uno. Estamos llamados a ser hermanos, hijos del mismo Padre.
«Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo y eso quiere decir a los que tenían la autoridad, la autoridad jurídica, la autoridad moral, la autoridad religiosa. Pero no tenían memoria porque habían olvidado incluso los diez mandamientos de Moisés por esa construcción de la ley intelectualista, sofisticada, casuística, esta ley que se volvió como un becerro de oro —otro becerro de oro— en lugar de la ley de Moisés. En el caso del primero de los dos hijos enviados por el padre a trabajar a la viña: inicialmente dice que no, pero después se arrepintió y fue. Mientras que estos jefes no sabían qué era arrepentirse, porque se sentían perfectos. También hoy Jesús nos dice a todos nosotros y a los que son seducidos por el clericalismo: “los pecadores y las prostitutas os precederán en el reino de los cielos”».
(Cf Homilía de S.S. Francisco, 13 de diciembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a ir a misa con la ilusión de acercarme al Padre, preferentemente con mi familia, para agradecer todos los bienes recibidos.