Lecturas del martes 03 Septiembre 2024 de la 22 semana del Tiempo Ordinario
Primera Lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,10b-16):
El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién conoce la mente del Señor para poder instruirlo?» Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14
R/. El Señor es justo en todos sus caminos
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de poner todo mi esfuerzo para extender tu reino, y que me dé cuenta de que sin una oración constante y profunda, no puedo hacerlo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37
En aquel tiempo, Jesús fue a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos estaban asombrados de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo y se puso a gritar muy fuerte: “¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé que tú eres el Santo de Dios”. Pero Jesús le ordenó: “Cállate y sal de ese hombre”. Entonces el demonio tiró al hombre por tierra, en medio de la gente, y salió de él sin hacerle daño. Todos se espantaron y se decían unos a otros: “¿Qué tendrá su palabra? Porque da órdenes con autoridad y fuerza a los espíritus inmundos y éstos se salen”. Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús tenía algo especial porque aun los demonios se le sometían y la gente reconocía una fuerza espiritual que Él irradiaba. Esto no sería así si no tuviera una vida de oración asidua que le llevara a saber cómo hablar y de qué hablar; Él tenía la autoridad de uno que viene de Dios y que habla como Él lo hace. Con este poder divino, Jesús se acerca a nuestras vidas para ayudarnos contra los demonios con los cuales estamos lidiando; conociéndonos, profundamente, sabe cómo apoyarnos en nuestro peregrinar y nuestras luchas contra el demonio y todo lo que se opone a Él. Todo lo que debemos hacer nosotros es reconocer el tiempo de la venida de Cristo a nuestra vida. La oración nos da una actitud de discernimiento para reconocer qué cosas vienen de Dios y cuáles no.
Los demonios con los que Dios nos deja que luchemos no son parte de un plan maligno, sino que son oportunidades de crecimiento espiritual para que nos demos cuenta de que hay cosas en la vida con las que sólo podemos con Dios. Necesitamos una oración constante y una vida sacramental activa con las que podamos encontrar el plan de Dios en nuestras vidas.
«Es lo que le sucedió a Jesús con la gente: hizo milagros, sanó a los enfermos para demostrar que él tenía el poder de sanación, también de las almas, de nuestros corazones. ¿Y qué dijo esta gente obstinada? Que es a través de Belcebú, la cabeza de los demonios, que Él expulsa a los demonios. Desacreditar al Señor es el penúltimo paso de este rechazo del Señor. Primero, no escucharlo dejando que el corazón se endurezca, y luego desacreditarlo. Sólo falta el último paso que no tiene vuelta atrás, y que es la blasfemia contra el Espíritu Santo».
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de marzo de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedirle a Cristo, de frente a una imagen de Cristo Rey, que me dé una esperanza confiada.