Lecturas del Lunes de la 11ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. Para no poner en ridículo nuestro ministerio, nunca damos a nadie motivo de escándalo; al contrario, continuamente damos prueba de que somos ministros de Dios con lo mucho que pasamos: luchas, infortunios, apuros, golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, saber, paciencia y amabilidad, con dones del Espíritu y amor sincero, llevando la palabra de la verdad y la fuerza de Dios. Con la derecha y con la izquierda empuñamos las armas de la justicia, a través de honra y afrenta, de mala y buena fama. Somos los impostores que dicen la verdad, los desconocidos conocidos de sobra, los moribundos que están bien vivos, los penados nunca ajusticiados, los afligidos siempre alegres, los pobretones que enriquecen a muchos, los necesitados que todo lo poseen.
Palabra de Dios
Salmo
R/. El Señor da a conocer su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, vengo ante ti, vengo ante tus pies, quiero ver tu rostro, Señor; muéstrame la belleza de tu amor y eso me basta para poder renunciar a todo aquello que no seas Tú.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Qué duras son estas palabras. Cualquier persona que las escucha siente un rechazo a este mensaje, sobre todo cuando se es víctima de un abuso o una injusticia.
Pero dejando a un lado la natural sensación, podemos considerar esto, ¿acaso no padeció más injusticias, más abusos Aquél que es verdaderamente santo? ¿No sufrió más, sin tener culpa alguna, Aquél que de verdad era puro e inmaculado? No sólo puso la otra mejilla a quienes lo golpeaban, sino que les entregó su vida misma.
Entonces, ¿quiénes somos? ¿Somos acaso más dignos de respeto y justicia que Jesús? ¿Quiénes somos para rechazar la cruz cuando nos llega a nuestras vidas? Ciertamente es de humanos el dolor, pero dejarse hundir por el sufrimiento, eso es diferente. Eso es desconfiar del amor providente de Dios que siempre vela por nosotros, aun cuando no lo logremos entender lo que acontece.
Jesús, no permitas que los sufrimientos que pueda padecer en esta vida queden sin mérito, sin fruto. Tómalos y transfórmalos en bendiciones para mi familia y mis seres queridos.
«¿Se puede perdonar totalmente? Es una gracia que debemos pedir al Señor. Nosotros, por nosotros mismos, no podemos: hacemos el esfuerzo, tú lo has hecho; pero es una gracia que te da el Señor, el perdón, perdonar al enemigo, perdonar al que te ha herido, al que te ha hecho daño. Cuando Jesús en el Evangelio nos dice: “Al que te golpee en una mejilla, preséntale también la otra”, quiere decir esto: dejar en las manos del Señor esta sabiduría del perdón, que es una gracia. Pero a nosotros nos toca poner todo de nuestra parte para perdonar».
(Diálogo con jóvenes italianos del Papa Francisco, 27 de julio de 2016)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un momento de mi día a meditar en la pasión de Cristo para luego hacer una oración especial por esa persona que me ha ofendido.