Lecturas del Lunes 20 septiembre de la 25ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para cumplir lo que había anunciado por boca de Jeremías, movió a Ciro, rey de Persia, a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino: «Ciro, rey de Persia, decreta: «El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Los que entre vosotros pertenezcan a ese pueblo, que su Dios los acompañe, y suban a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén. Y a todos los supervivientes, dondequiera que residan, la gente del lugar proporcionará plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas voluntarias para el templo del Dios de Jerusalén.»»
Entonces, todos los que se sintieron movidos por Dios, cabezas de familia de Judá y Benjamín, sacerdotes y levitas, se pusieron en marcha y subieron a reedificar el templo de Jerusalén. Sus vecinos les proporcionaron de todo: plata, oro, hacienda, ganado y otros muchos regalos de las ofrendas voluntarias.
Palabra de Dios
Salmo
R/. El Señor ha estado grande con nosotros
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
Oración preparatoria
Señor dame la gracia de entender tu Palabra, de conocer lo que quieres que haga hoy por ti, y así pueda amarte más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas, 34-40
En aquel tiempo Jesús dijo a la muchedumbre: «Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz. Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto. Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Es interesante como en la primera parte del evangelio de hoy, Jesús nos habla de la luz y de dónde debería estar puesta esa luz, no en lo oculto, sino donde todos puedan verla, por ello el Señor nos invita a ser parte de esa Luz, ser Luz con Él y para Él, una luz que ilumine en la oscuridad, una luz que ilumine y muestre el Evangelio vivo que es Cristo. Pero primero, es necesario que esta Luz me ilumine a mí y luego ilumine a los que están en mi casa, conmigo, junto a mí.
Si nos fijamos en la llama que proviene de una vela, vemos que es capaz de alumbrar, es capaz de encender a otras velas, es capaz incluso de crear fuego y este fuego da calor; pues así debe ser nuestra vida, como si fuéramos llamas de una vela, alumbrando, y siempre estando en la luz y no en la tiniebla. Que podamos, con la gracia de Dios, encender otras velas. Que esto se traduzca en poder contagiar a otros del amor que tenemos por Cristo y su Iglesia, pues Él ha hecho por nosotros grandes cosas. Que podamos crear ese calor donde todos los que se encuentren con nosotros sientan que tenemos el fuego de Cristo en nuestro corazón, que emita ese calor, acogiendo al otro en Cristo.
«Se nos pide que mantengamos “las lámparas encendidas”, para poder iluminar la oscuridad de la noche. Es decir, estamos invitados a vivir una fe auténtica y madura, capaz de iluminar las muchas “noches” de la vida. Bien sabemos que todos hemos tenido días que han sido verdaderas noches espirituales. La lámpara de la fe requiere ser alimentada continuamente, con el encuentro de corazón a corazón con Jesús en la oración y en la escucha de su Palabra. Reitero algo que he dicho muchas veces: llevad siempre un pequeño Evangelio en el bolsillo, en el bolso, para leerlo. Es un encuentro con Jesús, con la Palabra de Jesús. Esta lámpara del encuentro con Jesús en la oración y en su Palabra nos ha sido confiada para el bien de todos: nadie, por tanto, puede encerrarse de forma intimista en la certeza de su propia salvación, desinteresándose de los demás. Es una fantasía creer que uno puede iluminarse por dentro solo. No, es una fantasía. La verdadera fe abre el corazón al prójimo y lo impulsa a una comunión concreta con los hermanos, especialmente con los que viven en la necesidad».
(Palabras antes del Angelus de S.S. Francisco, 11 de agosto de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Este día buscaré iluminar la vida de las personas que me encuentre siendo amable, paciente y con actitud positiva.