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Sembrando Esperanza

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Lecturas de lunes de la IX Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

Comienzo de la segunda carta del apóstol san Pedro (1,1-7):

Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como a nosotros. Crezca vuestra gracia y paz por el conocimiento de Dios y de Jesús, nuestro Señor. Su divino poder nos ha concedido todo lo que conduce a la vida y a la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado con su propia gloria y potencia. Con eso nos ha dado los inapreciables y extraordinarios bienes prometidos, con los cuales podéis escapar de la corrupción que reina en el mundo por la ambición, y participar del mismo ser de Dios. En vista de eso, poned todo empeño en añadir a vuestra fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, a la piedad el cariño fraterno, al cariño fraterno el amor.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 90

R/. Dios mío, confío en ti

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R/.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación.» R/.

«Lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación.» R/.

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, gracias por este momento que me permites para hablar de corazón a corazón. Dame la gracia de poder actuar siempre conforme a tu voluntad, amándote con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 1-12

En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos y les dijo: “Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores’ y se fue de viaje al extranjero. A su tiempo, les envió a los viñadores a un criado para recoger su parte del fruto de la vid. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles otro y lo mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron. Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo envió, pensando: ‘A mi hijo sí lo respetarán’. Pero al verlo llegar, aquellos viñadores se dijeron: ‘Éste es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será nuestra’. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña. ¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente?”. Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí.

Palabra del Señor

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Los labradores del Evangelio creen que la viña es suya, se creen dueños, capaces de hacer con ella lo que quieran. Pero se equivocan, la viña es de Dios. Él sabe lo que quiere hacer con ella; lo que Él pide son los frutos que hayamos producido en ella. Porque la viña es de Dios, Él pide sus frutos “a su tiempo”. Como cristianos estamos llamados a cuidar y sembrar en todo tiempo, para que, cuando el dueño de la viña pida los frutos, podamos dárselos.

Trabajemos bien la viña del Señor, para dar los frutos que Él nos pida. ¿Cómo? Haciendo siempre su voluntad. Estando siempre en contacto con Él, para no creernos los dueños y querer hacer en la viña lo que queramos. Normalmente el dueño conoce las necesidades y también nos conoce bien, como para poder pedir lo mejor para la viña y para nosotros.

No seamos como los labradores de la viña, que se creyeron dueños e hicieron lo que ellos querían, ambicionaron lo que no era suyo. Asumieron una actitud posesiva y se negaron a entregar lo que no era suyo.

Dios no se olvida de su viña, siempre está atento a ella, confía en que las manos que la trabajen cosecharán y entregarán los frutos a su tiempo.

«Para hacer entender cómo Dios Padre responde a los desprecios opuestos a su amor y a su propuesta de alianza, el pasaje evangélico pone en boca del jefe de la viña una pregunta: “Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?”. Esta pregunta subraya que la desilusión de Dios por el comportamiento perverso de los hombres no es la última palabra. Está aquí la gran novedad del cristianismo: un Dios que, incluso desilusionado por nuestros errores y nuestros pecados, no pierde su palabra, no se detiene y sobre todo ¡no se venga! Hermanos y hermanas, ¡Dios no se venga! Dios ama, no se venga, nos espera para perdonarnos, para abrazarnos».
(Ángelus de S.S. Francisco, 8 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar un tiempo para estar con Jesús Eucaristía para recordar todo su amor por mí y pedirle perdón por las veces en que he rechazado su amor y no he trabajado por labrar su viña.

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