Lecturas de hoy Viernes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
En tiempo de los jueces, hubo hambre en el país, y un hombre emigró, con su mujer Noemí y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la campiña de Moab. Elimelec, el marido de Noemí, murió, y quedaron con ella sus dos hijos, que se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orfá y la otra Rut. Pero, al cabo de diez años de residir allí, murieron también los dos hijos, y la mujer se quedó sin marido y sin hijos. Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el camino de vuelta desde la campiña de Moab. Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí.
Noemí le dijo: «Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios. Vuélvete tú con ella.»
Pero Rut contestó: «No insistas en que te deje y me vuelva. Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios.»
Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, volvió de la campiña de Moab. Empezaba la siega de la cebada cuando llegaron a Belén.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Alaba, alma mía, al Señor
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él. R/.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor mío y Dios mío, creo que estás aquí presente, que me cuidas y me escuchas. Sé que tienes algo qué decirme hoy. Concédeme en esta oración la gracia de escuchar tu Palabra y la fortaleza necesaria para actuar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 1, 45-51
En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: “Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”. Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?” Felipe le contestó: “Ven y lo verás”. Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?”. Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Natanael se sorprendió que Jesús supiera todo de él. “Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Muchas veces, debido a nuestra falta de fe, a nuestra naturaleza humana tan limitada, nos cuesta trabajo pensar que Cristo realmente piense particularmente en cada uno de nosotros. Sin embargo, vemos que no es así. Jesús sabe como me encuentro en este momento presente que leo esta meditación; me llama por mi nombre; me ama tal cual soy, y se llena de ilusión pensando en todo el bien que podría hacer con tan sólo ser un poco más dócil a su llamada, que todos los días sale a mi encuentro.
Jesús se manifiesta en las cosas simples, le gusta hacerse presente en la persona que está por salirme al encuentro; de hecho le encantaría que yo sea su rostro para tantas personas que encontraré hoy en mi camino.
Qué hermoso que Jesús pensará de nosotros al final de este día “Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez”, es decir, ser cristianos de una sola pieza, ser otros Cristos para los demás, vivir abnegados y buscar en todo la mayor gloria de Dios.
«Nosotros cristianos por la fe, tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros, que nos hace ver y escuchar la verdad de Jesús, que ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado. Esto, por lo tanto, es el anuncio de la vida cristiana: ¡Cristo está vivo! ¡Cristo ha resucitado! Cristo está entre nosotros en la comunidad, nos acompaña en el camino. Y no obstante la fatiga que a veces hacemos para comprender, una de las dimensiones de la vida cristiana es precisamente esta: el anuncio. Lo entendemos bien por el pasaje de la Escritura donde se lee que Juan afirmó: “Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos”. Como si dijera: Cristo resucitado es una realidad y yo doy testimonio de esto».
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de abril de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Trataré de preguntarme 10 veces en este día: ¿qué haría Cristo en mi lugar en esta determinada situación?, y atreverme a resolverlo como Él lo haría.