Lecturas de hoy Sábado de la 3ª semana de Pascua
Primera lectura
EN aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla.
Pedro le dijo:
«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho».
Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.
Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba.
Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:
«No tardes en venir a nosotros».
Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo:
«Tabita, levántate».
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.
Palabra del Señor
Salmo
R/. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, estoy delante de tu presencia y quiero estar a solas para hablar contigo. Dame la gracia de aumentar mi fe para darme cuenta de tu presencia real en mi corazón. Que hoy pueda poner cada paso que doy en el seguimiento de tu camino. Maestro, ayúdame a comprender tus palabras para que cada una de ellas me acerquen más a Ti. Dame la gracia de poder exclamar como lo hizo Pedro: «¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna».
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras: «Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?».
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen”. (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando caminamos y seguimos las huellas de Dios es necesario confiar que Él va guiando nuestros pasos. En el camino de nuestro seguimiento de Cristo muchas veces nos puede pasar como aquella persona que, junto al Señor, se encuentra viendo sus huellas en la arena del mar. Las primeras huellas que ve son de cuatro pisadas. Más adelante solo ve tres y al final solo ve dos huellas dibujadas en la arena. Podemos pensar que cuando nos sentimos firmes en nuestro seguimiento con el Señor pueden ser esas cuatro huellas que se marcan en la arena, pero ¿qué pasa con los otros dos tipos de huellas? Cuando hay tres huellas reflejadas en la arena quiere decir que hemos estado mal heridos y que nos vemos necesitados de sujetar el hombro del Señor para poder seguir en caminando a pesar de que estemos cojeando. Por último, las dos huellas es cuando experimentamos que, por nosotros mismos, ya no podemos avanzar más y que necesitamos abandonarnos totalmente a los brazos de Cristo para que nos cargue.
El mensaje del Evangelio de hoy nos recuerda esto: Seguir a Cristo y comprender su camino no es nada fácil y por eso es necesario abandonarnos en los brazos de Cristo en aquellos momentos en los cuáles necesitemos hacer un acto de fe. Pedro, ante la pregunta del Señor: «¿También ustedes quieren dejarme?», se abandona totalmente en los brazos del Señor hasta decir: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna».
«Pedro confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, pero no entiende lo que dice Jesús: come la carne y bebe la sangre, pero confía. Esto nos ayuda a vivir los momentos de crisis. En tiempos de crisis, uno debe ser muy firme en la creencia de la fe: hay perseverancia, no es el momento de hacer cambios, es el momento de la fidelidad y la conversión. Los cristianos debemos aprender a manejar tanto los momentos de paz como los momentos de crisis. Que el Señor nos envíe el Espíritu Santo para resistir las tentaciones en tiempos de crisis y ser fieles, con la esperanza de vivir después de momentos de paz, y darnos la fuerza para no vender la fe.»
(Homilía de S.S. Francisco, 2 de mayo de 2020 en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor Jesús. dame un corazón renovado que pueda confiar cada vez más y más en Ti. Que al seguir tus pasos no me vea alejado de los increíbles dones que me has regalado sino que me encuentre contigo y que pueda recorrer junto a Ti el camino de la fe. Dame un nuevo corazón cercano al tuyo.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pediré a Dios que me ayude a caminar por el camino de su voluntad.