Lecturas de hoy Natividad de san Juan Bautista
Primera lectura
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel –tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza–: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
Palabra de Dios
Salmo
R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.
No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, que me das un nuevo día para que pueda agradecerte por cada uno de los favores que me has regalado, te pido aumentes más mi fe, mi esperanza y caridad para poder acercarme más a tu amor y poder ser capaz de acogerlo con dulzura. Al contemplar el nacimiento de san Juan Bautista, dame la gracia para que pueda yo también descubrir en mi vida como me has elegido para ir preparando tu camino y acercar más y más personas a Ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos le decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así”.
Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.
Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?” Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él. El niño se iba desarrollando físicamente y su espíritu se iba fortaleciendo, y vivió en el desierto hasta el día en que se dio a conocer al pueblo de Israel.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En el Evangelio que nos habla del nacimiento del precursor nos damos cuenta que el Señor es fiel a sus promesas. Con el nacimiento de Juan el Bautista el pueblo de Israel se da cuenta que la misericordia y la bondad del Señor los sigue acompañando y cumpliendo aquello que les había prometido, por medio de los profetas, acerca de la llegada del Mesías. El Señor saca de la incredulidad de Zacarías prodigios maravillosos, tan es así que, por haber afirmado el nombre del niño, se revela a todo el pueblo que Dios sigue estando con ellos por medio de los prodigios que más adelante realizará el Bautista preparando el camino del Señor.
El Señor Jesús nos invita a seguirle de manera muy parecida que a san Juan el Bautista. Nos invita a hacer memoria de cómo nos ha acompañado desde nuestros primeros pasos y a seguir abriendo el camino para que las personas que nos rodean, se encuentren con el Señor.
Miremos con mucha alegría cada uno de los momentos en los cuales hemos podido caminar junto al Señor preparando a otros el camino como lo hizo el Bautista. Pidámosle al Señor que nos dé la gracia de recordar todos esos momentos con los cuales hemos podido ayudar, con mucha alegría, a las almas a acercarse al Señor.
«La página evangélica del día anuncia el nacimiento y luego se detiene en el momento de la imposición del nombre al niño. Isabel elige un nombre extraño a la tradición familiar y dice: “Se llamará Juan”, don gratuito y también inesperado, porque Juan significa “Dios ha hecho la gracia”. Y este niño será heraldo, testigo de la gracia de Dios para los pobres que esperan con humilde fe su salvación. Zacarías confirma de forma inesperada la elección de ese nombre, escribiéndolo en una tablilla —porque estaba mudo— “y al punto se abrió su boca y su lengua y hablaba bendiciendo a Dios”. Todo el evento del nacimiento de Juan Bautista está rodeado por un alegre sentido de asombro, de sorpresa, de gratitud. Asombro, sorpresa, gratitud. La gente fue invadida por un santo temor a Dios “y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas”.»
(Angelus de S.S. Francisco, 24 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Dame la gracia, Señor, de poder recordar que hacia Ti me dirijo y que cada momento que me acerco más y más hacia a Ti, tenga la oportunidad de acercar a muchas almas. Ayúdame a realmente tener presente en mi corazón a cada persona que me ha pedido oraciones y que sea así un apóstol que lleve tu mensaje con amor a las almas.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Orar por alguien que sepa que lo necesita.