Lecturas de hoy Miercoles de la 3º Semana de Adviento
Primera lectura
«YO soy el Señor, y no hay otro,
el que forma la luz, y crea las tinieblas;
yo construyo la paz y creo la desgracia.
Yo, el Señor, hago todo esto.
Cielos, destilad desde lo alto la justicia,
las nubes la derramen,
se abra la tierra y brote la salvación,
y con ella germine la justicia.
Yo, el Señor, lo he creado».
Así dice el Señor, creador del cielo
—él es Dios—,
él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó,
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor, y no hay otro.
—No hay otro Dios fuera de mí—.
Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios, y no hay otro.
Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»;
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder».
A él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él;
Con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel».
Palabra de Dios.
Salmo
R/. Cielos, destilad desde lo alto al Justo, las nubes lo derramen.
R/. Cielos, destilad desde lo alto al Justo, las nubes lo derramen.
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
V/. La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
V/. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, ayúdame a darme cuenta de tu presencia. Que te escuche, te sienta y sobre todo que te ame. Señor, que me dé cuenta de tu presencia en mi vida, de tu actuar y obrar en mí. Que te vea en mi familia, amigos, compañeros y en cada una de las personas que pongas en mi camino. Señor, aumenta mi fe, confianza y amor por ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”. Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron: «Juan, el Bautista nos ha mandado a preguntarte: ‘¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?’”. Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Después contestó a los enviados: «Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuantas veces vemos las noticias o nuestro entorno social y nos preguntamos: “¿Dónde está Dios?”. Sin ir más lejos, simplemente al experimentar nuestra debilidad, nuestro sufrimiento y problemas cuántas veces nos preguntamos: “¿Dónde está Dios?”. Hoy Juan el Bautista nos recuerda que es válido, incluso positivo, preguntarnos sobre si en verdad esto o aquello viene de Dios. El Bautista nos recuerda que el que pregunta obtiene una respuesta.
Preguntar es importante pues nos ayuda a clarificar, a tener una mejor idea o simplemente a tener más seguridad. Preguntar no está mal. Pero no se trata solo de preguntar, máxime si a quien preguntamos es a Dios. Muchas veces su respuesta nos puede tomar por sorpresa, nos puede estar pidiendo más generosidad, más disponibilidad hacia nuestra familia; nos puede estar pidiendo que sanemos heridas, que perdonemos, que salgamos al encuentro de alguien.
¿Estamos dispuestos a responder? ¿Qué es lo que Dios me pide hoy?
«¿Estaba Jesús hombre, en el Huerto de los Olivos, contento? ¿Por qué me has abandonado? Pensar en ser abandonado por Dios es una experiencia de fe que han tenido muchos santos y también muchas personas hoy, que se sienten abandonadas por Dios, pero no pierden la fe. Custodian el don: en este momento no siento nada, pero guardo el don de la fe. Al cristiano que nunca ha pasado por estos estados de ánimo le falta algo, porque significa que se conforma, se acomoda. Las crisis de fe no son fracasos contra la fe. Por el contrario, revelan la necesidad y el deseo de entrar cada vez más en las profundidades del misterio de Dios. Una fe sin estas pruebas me hace dudar de que sea una fe verdadera». (S.S. Francisco, del libro “De vicios y virtudes”).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pídele, abierta y confiadamente, respuesta al Señor de todas aquellas cosas que tengas duda.