Lecturas de hoy Miércoles 10 Febrero de la 5ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, Porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo; pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara.
El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir».
Palabra de Dios
Salmo
R/ Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma mía, al Señor,
¡Dios mío, qué grande eres!
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto. R/
Todos ellos aguardan
a que les eches comida a su tiempo:
se la echas, y la atrapan;
abres tu mano, y se sacian de bienes. R/
Les retiras el aliento, y expiran,
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios mío, gracias por dejarme tener este encuentro contigo. Te bendigo, te alabo y te amo. Permíteme ponerme en tu presencia. De la mano de María Santísima, me presento ante Ti tal como soy, para que hagas de mí lo que sea tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23
En aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro”.
Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: “¿También son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?” Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.
Luego agregó: “Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Así como los navegantes en la antigüedad, para orientarse, tenían que mirar la estrella polar para volver a encontrar el camino, así también el hombre, al sentirse extraviado o sin rumbo, tiene la posibilidad de mirar su corazón. ¿Cuántas veces nos hemos sentido extraviado? ¿Cuántas veces pensamos que no vamos por el rumbo correcto? ¿Cuántas veces sentimos que estamos viviendo nuestra vida sin un sentido?
Pues bien, Dios nos conoce y sabe que podemos perdernos. Por ello, ha puesto esta herramienta a nuestro alcance, para volver a encontrar el norte de nuestra vida, que es Él.
En este sentido, al ser Dios nuestra meta en esta vida, y al tener este deseo tan grande de que nosotros lleguemos a Él, busca por todos los medios que no erremos el camino que nos conduce a Él. Por ello, nos da algunos parámetros que nos permiten anticipar que estamos caminando mal o que vamos en sentido contrario. Por ello, es bueno examinarse de vez en cuando y preguntarnos qué tal está nuestro corazón. ¿En él existen desenfrenos, injusticias, orgullos, envidias, etc.? Porque de ser el caso, hoy Dios nos da una nueva oportunidad de retomar el rumbo, de caminar hacia Él, de corregir. Nos espera con los brazos abiertos para darnos la mejor acogida. Recordemos que Dios tiene más prisa en que lleguemos a Él que nosotros. Por eso, no nos deja perder el tiempo. Nos quiere en el camino correcto. Así que en esta meditación, les invito no sólo a reflexionar en cómo está su corazón, sino también a pensar en cómo es el corazón de Jesús, sus sentimientos, sus afectos, su amor por nosotros. Porque ese, sí que es rumbo seguro. Amén
«Desde aquí la propuesta de un examen de conciencia personal: Que ninguno responda, pero sí se responda en el corazón: ¿habéis sentido vergüenza frente al Señor por vuestros pecados? ¿Habéis pedido la gracia de la vergüenza, la gracia de avergonzaros frente a ti, Señor, que te he hecho esto? Porque yo soy malo: cúrame, Señor. Y que el Señor nos cure a todos, recordando que la vergüenza abre la puerta a la curación del Señor. ¿Qué hace el Señor? Hace aquello que hemos rezado en la oración del principio: “Señor, Tú que revelas tu omnipotencia, sobre todo con la misericordia y el perdón”. Por lo tanto, cuando el Señor nos ve así debemos avergonzarnos de lo que hemos hecho y con humildad pedir perdón: Él es omnipotente, borra, nos abraza, nos acaricia y nos perdona.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de octubre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En un rato de oración examinaré qué hay en mi corazón y corregiré lo que me esté apartando del camino que me lleva a Dios.