HUMILDAD
Pero en último término, no le basta al sacerdote con reflejar más o menos imperfectamente, la luz de Cristo: «Pues no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, Señor… Porque Dios, que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ,es el que ha hecho brillar la luz en nuestros corazones para hacer resplandecer la ciencia de la gloria de Dios en el rostro de Cristo»
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