GOTAS DE ESPERANZA
En la protestante Inglaterra, un misionero católico predicaba a muchos niños sobre la sagrada eucaristía. Uno de los pequeños se conmovió al oír que Jesús nos ama y nos hace tantas gracias, y a la mañana siguiente se levantó temprano, corrió a la iglesia y se acercó al altar.
No pudiendo llegar hasta el tabernáculo, porque era muy pequeño, se subió a la mesa del altar y golpeó en la puertecita, diciendo: «¿Estás aquí, Jesús?» Mas no oyó contestación alguna. Entonces volvió a decir: «¿Estás aquí, Jesús? Contéstame. Me lo han dicho en el catecismo.» El angelito aplicó el oído, pero, no oyendo nada añadió:
«Puede ser que Jesús esté dormido; voy a despertarle. Querido Jesús, yo creo en ti, te amo y deseo tus gracias; contéstame, dime algo.»
Esta vez Jesús no se calló y dejó oír su voz : «Sí, estoy en este tabernáculo por el amor que tengo a los hambres y consuelo a los que lloran. ¿Qué quieres tú, hijo mío?» El niño, con voz temblorosa y tierna, respondió: «Mi padre no es cristiano. ¡Ay, te pido que le conviertas!» Y Jesús le dijo : «Tu oración ha sido escuchada.» El niño volvió a casa contento y muy devoto. Al día siguiente el padre de aquel angelito se confesaba y volvía a Dios. ¡Qué ejemplo de fe, de amor y de esperanza!