
GOTAS DE ESPERANZA
En una noche espléndida miraba Jörgensen, cuando era un muchacho, el cielo rutilante de estrenas. Con un planisferio celeste, iba buscando astros y constelaciones, los observaba con interés y grababa sus nombres en la memoria. Llegó su madre; y él empezó a explicarle con calor las maravillas del mundo sideral: los centenares y millares de soles, la inmensidad del espacio, la Vía Láctea, las nebulosas…
Su madre le escuchaba en silencio. Luego le dijo:
— Guarda tu alma, hijo mío; nada más te pide Dios.
Share: