GOTAS DE ESPERANZA
En 31 de julio de 1830 iba a morir en Toulouse un señor que estaba muy apurado porque tenía que restituir una fortuna y temía por su mujer y sus hijos.
Mas su mujer, que lo notó, se presentó y le dijo: «Mira, querido esposo, salva tu alma y no te apures por nosotros, que ya nos arreglaremos.»
Restituyó doscientos mil francos y murió bien.
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