GOTAS DE ESPERANZA
Cuentan de Miguel Ángel que, yendo un día el genial artista por el campo, al pasar entre rocas y escombros, se paró de repente ante un bloque de mármol y, contemplándolo con rostro iluminado, no quitó durante largo rato la vista de la piedra muerta.
Los amigos que le acompañaban, creyendo que tenía una visión, le preguntaron por fin qué veía. Él contestó: «Veo a mi ángel…»
Su mirada de artista había presentido lo que el cincel de escultor podía hacer surgir el día de mañana de aquel mármol tosco y muerto.
¿Acaso las almas no son comparables a un mármol maravilloso que puede y debe ser transformado en una obra de arte, pero en una obra de grandeza sobrenatural?
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