GOTAS DE ESPERANZA
Un hombre rico se lamentaba a cierto religioso por una proposición acerca del aumento de las pensiones de la vejez. Decía que la nación no podría soportado, que los viejos tendrían demasiado que gastar en ocios, etc.
— Acérquese a la ventana —le dijo el monje— y dígame qué ve a través del cristal.
— Veo la gente que va por la calle.
— Perfectamente. Venga usted ahora y mire por este otro cristal —era el gran espejo de una chimenea francesa—; dígame: ¿qué ve ahora?
— Sólo a mí misma, naturalmente.
— Sólo a usted mismo. Ésta es la diferencia cuando el cristal está cubierto de plata. La posesión de riquezas afecta nuestra punto de vista y da un matiz egoísta a todo nuestro modo de pensar.
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