GOTAS DE ESPERANZA
Fue un día el condestable de Chatillon a oír misa, y, cuando más abstraído estaba en sus oraciones, un pobre se acercó a pedirle limosna. El condestable sacó unas monedas de oro sin contarlas y las dio al pobre. Éste, sorprendido de tan generosa dádiva, creyó que no podía conservar en su poder aquella cantidad. Y, al ver salir al señor, le dijo:
— Señor, aquí tiene usted lo que me ha dado; sin duda se ha equivocado.
El condestable, conmovido por la sinceridad del pobre, le replicó:
— Es cierto que me he equivocado; pero, puesto que has tenido la rectitud de devolvérmelo, yo tendré la generosidad de obsequiártelo.
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