GOTAS DE ESPERANZA
Un párroco visitó en una ciudad populosa a un mendiga al cual había dada ya cuantiosas limosnas. Le encontró en su miserable habitación, con un compañera, haciendo un plan de reforma de la lotería que quería presentar al ministerio. .
— ¿Cómo? —exclamó el párroco, sorprendido—, ¿Jugáis a la lotería?
— Naturalmente —contestó el hambre—, algo hemos de tener de la vida.
— ¿Y habéis sacado ya algo?
— ¿Sacado? Más de veinte mil pesetas, trabajosamente arrinconadas, he gastada en la lotería sin ganar un céntimo. Pera no imparta. Uno va comprándose siempre un. poca de esperanza; parque sin esperanza no se puede vivir.
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