GOTAS DE ESPERANZA
Un muchacho que hizo toda la campaña de la guerra civil española como voluntario, herido dos veces,. próximo a la muerte otras varias, conocedor de penas y horrores, me refería cuál fue para él la noche más triste de la guerra. Fue la noche en que vio caer a su lado, muerto instantáneamente por un balazo perdido, a un compañero que acababa de blasfemar cuando marchaban en fila, cautelosamente, por un paso peligroso, media hora antes.
— Bárbaro, no hables así —le había reprendido un buen camarada —; si Dios te llama ahora, ¿qué cuenta le vas a dar?
El blasfemo pidió que le dispensara y pareció arrepentirse. Llegó el balazo traidor y cayó redondo; ¿le quedaría tiempo para arrepentirse?
— Cayó con el cráneo roto —me contaba el soldado—; el capellán estaba lejos y el capitán me dijo que allí no se podía hacer nada. Yo me acordaba de su blasfemia. Fue la noche más triste de mi vida.
