GOTAS DE ESPERANZA
Claudio Bernard, francés, llamado «el pobre cura», se estremecía al oír una sola blasfemia. Un arriero le encontró una vez por el camino y le dio un solemne bofetón, blasfemando al mismo tiempo.
— Hermano —le dijo el santo cura —, deme otro, mas deje la blasfemia.
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