GOTAS DE ESPERANZA
Cuando el sultán turco Mohamed II tomó Constantinopla y la inundó de sangre (1453), mandó aprisionar a todos los cristianos que sobrevivieron a aquellos estragos. Había entre éstos una joven bastante agraciada, llamada Irene, a la. que el sultán, contra el parecer de los jefes de gobierno, prometió que la haría esposa suya si abrazaba el islamismo. La miserable, cegada por la lisonja de tan alto honor, consintió en la apostasía de su fe.
Pero, llegado el día de los desposorios, ved con qué aparato se desplegó la ceremonia: En la gran plaza de Constantinopla se erigió un palco. A su derredor se fueron colocando la multitud y los grandes del reino. A la hora señalada compareció en el palco Irene, cargada de joyas. El sultán la presentó al pueblo y le preguntó si quería dejar el cristianismo. «Quiero», respondió la desventurada. Entonces Mohamed puso la corona sobre su cabeza. Pero, en el momento en que la nueva reina iba a dar unos pasos para mostrarse al pueblo, el sultán desenvainó la cimitarra y de un tajo en el cuello le cortó la cabeza. Después, dando un puntapié al miserable tronco, gritó al pueblo con una voz terrible: «¡He aquí cómo vuestro sultán sabe dominaros a vosotros y dominarse a sí mismo!» Tal fue la ganancia de la apostasía de la fe de aquella desgraciada muchacha.