GOTAS DE ESPERANZA
Unos días antes de la primera guerra europea, en la Universidad de Turín, un profesor ateo empezó su explicación así:
—Voy a demostrar que no existe Dios. Expondré pruebas tan aplastantes, que si alguno, al finalizar el curso, sigue creyendo en Dios, es que es un cretino.
Se hizo un silencio angustioso mientras se levantaba la mano de un estudiante pidiendo permiso para hablar.
— ¿Qué quiere usted decir? —preguntó el profesor.
— Sólo quiero decir —le respondió una voz vibrante—, que ese cretino seré yo.
El silencio de los estudiantes se convirtió en un aplauso cerrado ante aquella pública confesión de fe. Era Adolfo Ferrero, que tres años más tarde, el 19 de junio de 1917, daba su vida como un héroe en los campos de batalla.
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