GOTAS DE ESPERANZA
Se daba una cena de gala en la embajada de España en honor de los grupos folklórico s que en 1948 visitaron la Argentina. Uno de los embajadores americanos dijo a una de aquellas jovencitas:
— Ha estado usted admirable, muy bien; y ahora se merece una copita de champaña.
La muchacha agradeció la invitación y, cuando ya tenía la copa en los labios sonrientes, preguntó:
— Dígame usted, ¿qué hora es?
Miró el diplomático su magnífico reloj de pulsera e inmediatamente le contestó:
— La una y media.
— ¡Ay! Lo siento mucho, señor embajador, pero no puedo aceptar; mañana es primer viernes de mes y tengo que comulgar
Y aquel plenipotenciario no católica saludó conmovido el fervor cristiano y la fe de aquella muchacha.
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