GOTAS DE ESPERANZA
Un barbero librepensador tenía la costumbre de hacer profesión de incredulidad ante los clientes, mofándose de la fe. Pero una vez encontró a quien le respondiese a tono. De un señor que se presentó en su barbería obtuvo esta respuesta:
« A un hombre que no cree ni en Dios ni en sanción alguna futura, no le confiaría yo ni mi pelo; mucho menos mi garganta.»
Se fue al momento y no volvió más por allá.
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