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CUANDO TU SUEÑO SE HACE REALIDAD

Nuestra vida está bañada de ilusiones, retos y sueños, ellos constituyen gran parte del sentido y el valor de nuestra vida; cada mañana, al despertarnos, sentimos las ganas de vivir, de caminar y de realizar ese sueño que nos ilumina al comenzar el día. Lo importante en la vida es tenerlos, y hoy te pregunto: ¿qué sueños tienes, que ilusiones y metas motivan hoy tu vida?, ¿ellos son tan sólidos y claros que te llevan a ir contracorriente y a vencer, a pensar que muchos te digan que no puedes? Vence el qué dirán, surca la tempestad de la incomprensión y continúa siempre constante porque ese es el sueño que es tuyo y tú lo tienes que hacer realidad. Te comparto esta historia del gusanito, sin duda que motivará a siempre seguir adelante.

Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un chapulín. «¿Hacia dónde te diriges?», -le preguntó-. Sin dejar de caminar, la oruga contestó: «Tuve un sueño anoche, soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo».

Sorprendido, el chapulín dijo mientras su amigo se alejaba: «¡Debes estar loco! ¿Cómo podrás llegar hasta aquel lugar? ¡Tú, una simple oruga! Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar, y cualquier tronco una barrera infranqueable». Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó. Sus diminutos pies no dejaron de moverse.

De pronto se oyó la voz de un escarabajo: «¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño?». Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante: «Tuve un sueño y deseo realizarlo, subiré a esa montaña y desde ahí contemplaré todo nuestro mundo».

El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: «Ni yo, con patas tan grandes, intentaría una empresa tan ambiciosa». Él se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros. Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor aconsejaron a nuestro amigo a desistir. «¡No lo lograrás jamás!», le decían, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir.

Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar dónde pernoctar. «Estaré mejor», fue lo último que dijo, y murió.

Todos los animales del valle, por días, fueron a mirar sus restos. Ahí estaba el animal más loco del pueblo. Había construido como su tumba un monumento a la insensatez. Ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.

Una mañana, en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos.

Aquella concha dura comenzó a quebrarse y, con asombro, vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta. Poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa.

No hubo nada qué decir, todos sabían lo que haría: se iría volando hasta la gran montaña y realizaría un sueño; el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado.

Dios nos ha creado para realizar un sueño, vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y, si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas. Y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo lograremos.

No dejes de luchar, si tienes limitaciones transfórmalas y que sean la plataforma de superación y sobre todo el medio que te ayude a alcanzar tus metas e ideales. Es buscando lo imposible como los hombres han encontrado y alcanzado lo posible, y aquellos que se limitaron a lo que visiblemente era posible, nunca dieron un paso.  Has camino al andar y no te detengas, pues es ahí donde estará tu realización y, al final de la vida, la satisfacción de haber vencido.

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