CUANDO SE VIVE SEGÚN EL IDEAL
Nuestra vida cristiana es hermosa y debería trasmitir una luz especial a los que nos ven. Muchas veces el mundo, con sus modos de vivir, nos confunde y nos hace perder ese distintivo. Un modo de ser y de vivir que siempre fue tan luminoso para los paganos: “mirad cómo se aman”, era un modo claro, concreto, ejemplar; es que el cristiano, el verdadero cristiano, lleva sobre sí la estampa divina, un sello que lo debe caracterizar en cada momento y circunstancia, dejando lejos de nosotros, los que seguimos a Jesús, actitudes de prepotencia, impaciencia, insinceridad, injusticias. Por el contrario, el trabajo virtuoso de un cristiano, tiene manifestaciones concretas en nuestra vida: alegría, paciencia, mansedumbre, sinceridad, humildad, sencillez, etc. Que estas presiones ambientales no borren de nosotros ese SER único y característico que debe guiarnos siempre; no lo olvidemos, debemos ser reflejo de Dios en el mundo de hoy, sí, ser como Jesús y tenerlo siempre presente en nuestro actuar.
El semáforo se puso en amarillo justo cuando él iba a cruzar en su automóvil; sin titubear, se detuvo en la línea de paso para los peatones, a pesar de que podría haber rebasado la luz roja, acelerando mientras cambiaba de color.
El hombre que estaba en el automóvil detrás de él estaba furioso. Le tocó la bocina por un largo rato e hizo comentarios negativos en voz alta ya que, por culpa suya, no pudo avanzar a través de la luz amarilla y, para colmo, se le cayó el celular y se le derramó el café que llevaba en la mano.
En medio de su disgusto, oyó que alguien le tocaba el cristal de a lado. Allí, parado junto a él, estaba un policía mirándolo muy seriamente. El oficial le ordenó salir de su coche con las manos arriba y le llevó a la comisaría donde le revisaron de arriba abajo, le tomaron fotos, las huellas dactilares y lo pusieron en una celda.
Después de un par de horas, un policía se acercó a la celda y abrió la puerta. El hombre fue escoltado hasta el mostrador, donde el agente que lo detuvo le estaba esperando con sus artículos personales:
– Señor, lamento mucho este error -le explicó el policía-. Yo lo detuve y le traje a esta comisaría porque usted se encontraba tocando fuertemente la bocina queriendo pasarle por encima al automóvil que tenía por delante maldiciendo, gritando improperios y diciendo palabras soeces. Mientras yo le observaba, me percaté que del espejo retrovisor del automóvil colgaba un rosario con un Cristo, en el bomper había una calcomanía que decía: ¿Qué haría Jesús en mi lugar? En el vidrio trasero había tres calcomanías, en una se leía: «Jesús, en ti Confío», en la otra: «Sígueme el domingo a la Iglesia» y, finalmente, el emblema cristiano del pez. Al ver actuar así, yo pensé que el auto era robado.
Cuántas veces nuestro actuar desdice mucho de nuestra condición cristiana; por cosas pequeñas hacemos grandes escándalos y, por las prisas que llevamos, atropellamos a todos los que se crucen en nuestro camino. La lección es muy sencilla, ¿vives según tu ideal?, ¿lo llevas tan dentro que se nota en tu modo de ser y actuar? Por lo tanto, antes de actuar y hablar, para un momento y piensa qué es lo que Jesús te está pidiendo y mantén ese sello cristiano en cada momento y circunstancia; si quieres, puedes.