CUANDO LA LIBERTAD Y EL DESPRENDIMIENTO TE HACEN FELICES
A lo largo de la vida uno va experimentando que las personas y las cosas van pasando, hoy las tienes, son tuyas, las aprovechas, pero después de un tiempo, ya no. La sabiduría de la vida nos va enseñando que nada es propio, que en algún momento de la vida ya no lo voy a poseer; esto nos debe llevar a vivir con un sano desprendimiento y libertad.
Los bienes materiales son buenos, porque son de Dios; son medios que Dios ha puesto a disposición del hombre desde su creación, para su desarrollo en la sociedad con los demás. Somos administradores de esos bienes durante un tiempo, por un plazo corto. Todo nos debe servir para amar a Dios –Creador y Padre– y a los demás. No apegues tu corazón a nada, vive libre, desprendido, abierto, no ates tu vida a cosas y personas, porque mañana entenderás que al dejar este mundo no te llevas nada, solo el bien que hayas hecho y el correcto uso de lo que has tenido, tal vez hoy tengas que hacer esa lista de las personas o cosas que tienes que dejar en libertad para que sigan el curso natural de la vida.
Cuando cortas una flor para ti, comienzas a perderla… porque marchitará en tus manos y no se hará semilla para otras primaveras.
Cuando aprisionas un pájaro para ti, comienzas a perderlo… porque ya no cantará para ti en el bosque, ni criará otros pichones en su nido.
Cuando guardas tu dinero, comienzas a perderlo… porque el dinero no vale por sí, sino por lo que con él se puede hacer.
Cuando no arriesgas tu libertad para tenerla, comienzas a perderla… porque la libertad que tienes se confirma cuando decides y eliges.
Cuando no dejas partir a tu hijo hacia la vida, comienzas a perderlo… porque nunca lo verás volver a ti, libre y maduro.
Recuerda siempre: No existe precio por la libertad, pero sí, una bellísima recompensa para quien la utiliza con grandeza de alma…
Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, en Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio.
El turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuartito muy simple y lleno de libros, las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
¿Donde están sus muebles? -preguntó el turista. Y el sabio, rápidamente, también preguntó: ¿Y donde están los suyos?
¿Los míos? -se sorprendió el turista- ¡pero si yo estoy aquí solamente de paso!
Yo también -concluyó el sabio.
«La vida en la tierra es solamente temporal; sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices.»
Aprende en el camino de la vida la paradójica lección de la experiencia:
Siempre ganas lo que dejas y pierdes lo que retienes… Así nos lo dice Jesús, quien gana su vida, la pierde, y quien la pierde, la gana para la vida eterna…