AMISTAD SACERDOTAL
Yo sé que innumerables sacerdotes de la iglesia de vuestro país experimentan la alegría y la felicidad de esta profunda familiaridad espiritual con Jesucristo. Pero también sé que forman parte de la actual vida del sacerdote las horas de apuros, de agotamiento, de desorientación, de exigencias, de desilusión. Estoy convencido de que todo esto pertenece también a la vida de aquellos sacerdotes que se esfuerzan con todas sus energías en ser fieles a su misión, y que corresponden con gran escrupulosidad las tareas de su ministerio. Lo puede extrañarnos que aquel que tan profundamente está unido con Jesucristo en su misión, participe también de las horas del monte de los olivos?
Qué medicina puedo ofreceros yo en estas circunstancias?
NO un aumento externo de actividades ,ni esfuerzos convulsivos, sino una penetración profunda en el centro de vuestra vocación, en la Intimidad con Cristo y en la mutua amistad de unos con otros. A través de ella ,Cristo mismo como el amigo de todos, quiere hacerse visible en medio de vosotros y en medio de vuestras comunidades. Ya no os llamo siervos, sino amigos. Estas palabras, que desde el día de nuestra ordenación sacerdotal todavía resuenan en nuestro corazón, deben dar el tono fundamental a vuestra vida. Al amigo yo le puedo decir todo, le puedo confiar todo personalmente: todas las preocupaciones y necesidades, y también los problemas no aclarados y las dolorosas experiencias personales. Yo debo vivir de su palabra, de los sacramentos, de la Eucaristía y -no en último lugar-de la penitencia. Este es el fundamento sobre el que os mantendréis. Tened confianza en Jesucristo, pues Él no nos abandona. El sostiene nuestro ministerio, aún allí donde externamente no se alcanza un éxito inmediato .Creed en El; creed que El espera todo de vosotros del mismo modo que un amigo lo espera todo de su amigo.(Fulda, 17-11-80).