GOTAS DE ESPERANZA
Una noche de verano, mientras Lutero pensaba tristemente en su indigna compañera, ésta señaló el cielo sereno, diciéndole:
— ¡Mira qué hermoso!
— Sí —respondió sombríamente Lutero—; pero no es para nosotros.
— ¿Y si volviésemos al recto camino?
— ¡Es demasiado tarde! ¡El carro está ya muy metido en el fango, y este tenor de vida no se cambia!
¡Qué espantosa condición!
Share: