Lecturas de hoy Jueves de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: «Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos.»
Pero Matatias respondió en voz alta: «Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.»
Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modin, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatias se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu.
Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: «El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!»
Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios
El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece. R/.
«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R/.
«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria.» R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar contigo. Tienes algo que decirme hoy. Tu amor infinito y eterno busca todas las maneras de entrar en mi corazón y una de tus favoritas es traerme hasta ti para tener un rato de intimidad. Creo en ti, Jesús, pero ayúdame a creer en mi día a día que tu amor por mí es infinito, eterno, maravilloso y que te ha llevado hasta el extremo de darlo todo por mí. Aumenta mi confianza. Ayúdame realmente a abandonarme en tus manos de Padre. Tú sólo quieres mi felicidad… Te amo, Jesús, pero dame la fuerza de amar en cada momento como Tú amas. Enciende en mí el fuego de tu amor para permitirte amar y glorificar al Padre sirviendo a los que me rodean. En tus manos pongo todo mi ser y te suplico que me ayudes a escuchar tu voz.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó: “¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, ¿cuántas veces has venido a mí también sin que yo te sepa reconocer? Has venido a tocar a la puerta de mi corazón tantas veces, ¡y qué pocas he sabido reconocerte y dejarte entrar!
Has sido Tú quien por la calle me ha extendido la mano pidiendo un poco de pan para comer.
Eras Tú quien, tantas veces, vino a mí pidiéndome un consejo o suplicando un poco de comprensión.
Eras Tú quien tocaba mi hombro y sufría conmigo cuando pasé por ese momento difícil que me hizo levantar mi voz y preguntarte dónde estabas.
Has venido tantas veces a mí en una buena noticia, en una enfermedad, en un amigo, en un necesitado, en la Eucaristía y en la calle… ¡y no siempre te he sabido reconocer en mi prójimo!
Perdóname, Jesús, si hasta ahora no he sabido reconocerte. ¡Aumenta mi fe! Ayúdame a saberte descubrir en cada momento de mi vida y en cada persona que me rodea. No permitas que sea indiferente a tu venida y dame la gracia de servirte en los demás como Tú te lo mereces. Amén.
«Si nosotros caemos en esta insensatez y nos alejamos, él experimenta esta nostalgia. Nostalgia de nosotros. Hasta el punto que Jesús con esta nostalgia llora, lloró por Jerusalén: era la nostalgia de un pueblo que él había elegido, había amado, pero que se había alejado por insensatez; había preferido las apariencias, los ídolos o las ideologías».
(Homilía de S.S. Francisco, 17 de octubre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy agendar mi próxima dirección espiritual que preparé con empeño para descubrir qué lugar ocupa realmente Jesús en mi vida.