VIRGINIDAD
En Roma, en los tiempos del paganismo, existían las vestales o sacerdotisas de Vesta, encargadas de tener siempre encendido el fuego sagrado en el templo de la diosa.
Eran seis; entraban en el templo a la edad de diez años y estaban en él hasta los treinta; durante ese tiempo tenían que conservar intacta su virginidad. Eran tenidas en gran estima por los romanos: tanto, que en las solemnidades y en los teatros tenían siempre sus puestos de honor. y vestían un traje especial blanco, con adornos de púrpura. Si un magistrado encontraba a una de ellas en la calle le cedía la derecha; y si acaso una vestal se encontraba con un delincuente condenado a muerte, al momento se indultaba a éste y se le ponía en libertad. Pero si una de las vestales faltaba a su deber y violaba la castidad, era condenada a ser sepultada viva en un lugar llamado «campo malvado».
Aquí puede verse la veneración que sentían incluso los paganos por las personas de vida casta, y en que abominación eran tenidos los deshonestos.