GOTAS DE ESPERANZA
Existe un cuadro que representa una tiernísima escena de candor y amor filial: un niñito golpeando la puertecita del tabernáculo y diciendo: « ¿Estás ahí, Jesús?» La escena no es invención del artista, sino expresión de un hecho histórico sucedido a fines del siglo pasado en Londres.
Un niño que frecuentaba las Escuelas Cristianas oyó explicar la real presencia de Jesucristo en el santísimo sacramento. Y, bueno e inocente como era, sintió grandísimo deseo de pedirle la conversión de su padre, que era protestante.
Se acercaba el día de su primera comunión y se preparaba con fervor. Un día entró en una iglesia que estaba sola y, acercándose al altar, pensaba con ingenuidad angelical: «¿Estará Jesús ahí? ¿Estará dormido?»
Y, sin más ni más, se encaramó en el altar y llamó a la puerta del sagrario, orando así: «¡Estás ahí, Jesús? Mira que mi padre se ha vuelto malo. ¡Conviértelo!»
Esta oración no quedó sin recompensa. El día de su primera comunión, comulgó también su padre.