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Sembrando Esperanza

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VANIDAD

En la mitología hay una fábula que os voy a repetir porque hasta del error podemos nosotros sacar una enseñanza de verdad. Es la conocida fábula de Narciso.

Narciso se miró una vez en una fuente de agua y tal era la ceguera de su vanidad, que quedó enamorado de sí mismo. Pare­cióle ajena hermosura lo que sólo era sombra propia, y comenzó a mirarla risueño, a hacerle con los ojos y con el rostro manifes­taciones de amor.

Pasó que la sombra le corresponde porque comienza a hacer aquellas mismas cosas. Extiende la mano y ve que también la extiende; acércala y ve que se acerca. Hasta que, ya impacien­te, arroja el cuerpo todo, y no hallando la forma en el agua, lo que halla en el fondo es la muerte.

¡Ah, necio!, diréis. ¿Mueres buscando una sombra? ¡Ah, necios de nosotros, que así morimos buscando tantas sombras que nos engañan y se pierden!

 

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