GOTAS DE ESPERANZA
A principios del año 1815, un enfermo grave rechazó al confesor diciendo que no quería confesarse porque la religión no sirve más que para el pueblo analfabeto, y el hombre instruido se abre paso siempre sin tener que apoyarse en la religión. El sacerdote procuró convencerle y, entre otras cosas, le mencionó que Volta, uno de los mayores sabios que a la sazón vivían, era católico ferviente.
Este argumento no tuvo réplica.
— Si Volta es católico de veras —dijo el enfermo— y no sólo en apariencias, me doy por vencido y estoy dispuesto a volver a mi religión y confesarme.
El sacerdote acudió a Volta y le suplicó que escribiera algunas líneas para aquel pobre pecador. Ved ahí la respuesta de Volta: «No comprendo cómo puede haber nadie que ponga en tela de juicio la sinceridad y persistencia de mi fe; y confieso mi fe, que no es otra que la fe católica, apostólica y romana en que he nacido.»