
GOTAS DE ESPERANZA
En Tonking, un nuevo cristiano de 35 años de edad, llamado Khoa-Cuong, fue hecho prisionero a causa de su fe, fue azotado de modo que su sangre saltaba a borbotones y, después, se le cargó de pesadas cadenas y se le tuvo encarcelado durante meses. Finalmente se le condenó a que fuesen grabadas en sus mejillas, con hierro candente, las señales que significan «Falsa religión [de] Jesús».
Vuelto a la cárcel, el cautivo se hizo cortar por uno de sus compañeros las dos primeras señales, de suerte que no quedó más que «Jesús». El mandarín se enteró de ello y le hizo llamar. El mártir se opuso a que se le grabaran nuevamente las dos señales, y repetía:
— Yo soy cristiano; la doctrina de Cristo es la verdad pura, no es falsa.
Finalmente, el mandarín le dijo:
— Si quieres vivir, deja que te sean grabadas con fuego esas palabras.
— Prefiero morir.
— Pues bien, muere.
El mártir abrazó con valor la muerte.