Lecturas del Miércoles de la 2ª semana del Tiempo Ordinario
Primera lectura
En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: «Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.»
Pero Saúl le contestó: «No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.»
David le replicó: «El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de las manos de ese filisteo.»
Entonces Saúl le dijo: «Anda con Dios.»
Agarró el cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo. Éste, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: «¿Soy yo un perro, para que vengas a mi con un palo?»
Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo: «Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»
Pero David le contestó: «Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder.»
Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron.
Palabra de Dios
Salmo
R/. Bendito el Señor, mi Roca
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.
Dios mio, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Padre Santo, te pido, que envíes tu Espíritu a mi corazón y a mi entendimiento para conocer tu verdad, instrúyeme para que el amor sea siempre mi ley suprema.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio». Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo». Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús es nuestra ley suprema. Jesús es el cumplimiento de la ley, es aquel que nos enseña el modo de vivirla. De alguna manera, Jesús nos enseña que lo que tenemos que salvaguardar, ante todo, es el bien que la ley busca custodiar. Los fariseos querían usar la ley para acabar con Jesús. A ellos ya no les importaba el bien del paralítico, les importaba usar la ley para cumplir sus propósitos torcidos. Es muy importante discernir cómo aplicamos la ley, para que la ley no sea motivo de sufrimiento de aquellos a los que busca custodiar. Todos nosotros debemos estar atentos para buscar el bien.
Muchas veces soy juez de mi propia conveniencia. Cuántas veces me pasa, en mi vida, que busco escudarme con ciertas normas o leyes de modo deshonesto, o le echo en cara a otro ciertos “incumplimientos” para mi propio beneficio o satisfacción, peor aún, cuántas veces he usado una “ley” para herir a otro. El evangelio de hoy presenta una frase fuerte, dice que Jesús estaba “dolido de su obstinación”. Perdóname Jesús, por las veces que al mirar mi corazón has encontrado esa misma obstinación.
Jesús nos enseña que Él no ha venido a abolir la ley sino a darle plenitud. Él nos enseña el modo, pues Él es el camino. La ley suprema es, pues, el bien, el Amor.
«Cada uno de nosotros está llamado a llevar la luz de la palabra de Dios y la fuerza de la gracia a quienes sufren y a cuantos los asisten, familiares, médicos y enfermeros, para que el servicio al enfermo se preste cada vez más con humanidad, con entrega generosa, con amor evangélico y con ternura. La Iglesia madre, mediante nuestras manos, acaricia nuestros sufrimientos y cura nuestras heridas, y lo hace con ternura de madre». (S.S. Francisco, Ángelus del 8 de febrero de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy quiero pedirle perdón a Dios de manera sincera por todas las veces en las que he sido juez de mi propia conveniencia.